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Las superheroínas en el cine. El empoderamiento de la mujer en el universo audiovisual, tan necesario como tardío
Si hay dos aspectos en los que necesitamos mejorar en el mundo en general y en el cine y en la televisión en particular, estos son acabar con el racismo y la xenofobia por un lado y encontrar el equilibrio entre hombres y mujeres por otro.
El cine y la televisión siempre han ayudado a que empecemos a ver de forma natural cosas que antes no nos lo parecían. Afectan profundamente nuestra visión sobre el mundo en que vivimos ya que estamos expuestos a estos medios audiovisuales desde la más tierna infancia. Son una herramienta potentísima para crear cambios en la sociedad y desde mi punto de vista, ese enorme y peligroso artefacto con potencial para moldear a las masas, no ha sido usado con demasiado desacierto. Prueba de ello es que aún estamos aquí.
Star Trek, a donde ningún hombre ha llegado jamás
En el caso de la xenofobia o el racismo, desde los años 60 una serie de televisión (que luego tendría continuación en el cine y en otras múltiples series televisivas) tuvo bastante peso en la normalización, en el enriquecimiento entre culturas, en la convivencia de las distintas razas… Evidentemente estoy hablando de Star Trek.
En Star Trek convivían sin mayores problemas: asiáticos, blancos y negros. Europeos, africanos, americanos y rusos. Hombres y mujeres. Es cierto que en aquella década imperaba todavía un machismo exacerbado pero aquel producto televisivo también empezaba a apuntar hacia la igualdad total entre hombres y mujeres, aunque lo hiciera tímidamente. La clave era que la serie imaginaba un futuro deseable y bueno para nuestra especie y cuando nos proyectamos de esa manera, cuando imaginamos en qué deseamos convertirnos, a qué aspiramos como individuos y sociedad, sale lo mejor de nosotros. (Cabe preguntarse hacia dónde nos dirigen series actuales como House of Cards, ya finalizada, donde los protagonistas muestran lo peor de la condición humana y aun así como espectadores queremos presenciar cómo se salen con la suya, como triunfa el mal sobre el bien, y disfrutamos como cerdos en el camino).
En la propia Star Trek podemos ver como con el paso de los años han ido apareciendo personajes femeninos fuertes hasta llegar a la última serie todavía en emisión, Star Trek Discovery, en la que las mujeres llevan casi todo el peso de la trama. Para llegar aquí ha hecho falta un muy largo camino y realmente los cambios importantes han sucedido desde hace muy pocos años. Fijémonos en lo que ha ocurrido en la otra gran saga estelar.
Star Wars, reflejo de una época machista
Se ha criticado lo indecible a Kathleen Kennedy por haber, entre comillas, destrozado la saga cuando lo que ha hecho es traerla hasta nuestros días de una forma además muy valiente. En cierta manera Kennedy tenía fácil superar lo último que había hecho Lucas porque sus tres películas anteriores, a excepción quizá de la última que cerraba de forma dramática y efectiva todos los hilos argumentales, fueron un gran desastre.
George Lucas pretendió vendernos una mezcla de la Odisea y de Romeo y Julieta sin ninguna gracia. Se cargó la esencia de una franquicia (su propia franquicia) que había tenido el humor como una de sus mayores premisas y del que no hay ni rastro en las precuelas. Utilizó efectos especiales digitales a mansalva cuando todavía no estaban lo suficientemente desarrollados como para poder ser el puntal de aquellas películas, y no hizo mucho por acabar con el machismo que imperaba en su saga cinematográfica. Los personajes femeninos seguían siendo una simple comparsa.
Kathleen Kennedy, la productora que hizo el milagro a costa de su propia credibilidad
Sin embargo hace muy pocos años, cuando George Lucas pasó el testigo a Kathleen Kennedy y Disney acabó comprando la franquicia, empezamos a ver personajes femeninos fuertes con Rey a la cabeza. La princesa Leia volvió a aparecer esta vez como una política con fuerza y carisma. ¿Lo más criticado? Que no muriera en el espacio como una persona normal haría, que utilizara “la fuerza” para regresar a la nave mostrando nuevos usos de esa fuerza que el fan incondicional no esperaba. Que la escena recordara a Mary Poppins y un largo etcétera. El problema seguramente es que Leia es mujer. Y en ese punto de la saga, además, anciana. Los seguidores de Star Wars, anquilosados en la época machista, racista y xenófoba en que nació una saga que no había hecho mucho por la igualdad no estaban preparados para soportar personajes femeninos fuertes, protagonistas negros e hispanos o malvados adolescentes. Es triste pero es así. Estaría muy bien que el Baby Yoda de The Mandalorian, si no resulta ser hembra (que yo aún no lo tengo claro aún no finalizada la primera temporada) resulte ser gay cuando crezca (o trans), para dar un pasito más hacia la igualdad y la diversidad sexual en esta saga tan atada a su época pese a estar imaginada en un futuro.
Kathleen Kennedy fue incluso más allá. Hay un personaje femenino que viene a llenar el hueco de Yoda, extraterrestre poco agraciado. Este nuevo personaje, que aparece luchando en las dos nuevas películas de la última trilogía, llevaba unas gafas y una apariencia que hacía recordar a nuestra tía abuela o a la vecina del pueblo de toda la vida. Realmente fue muy valiente poner este tipo de personajes femeninos y aunque a priori a los que llevamos en este planeta desde los años setenta nuestro cerebro nos diga que estas nuevas películas no están a la altura de las anteriores es todo lo contrario. Son superiores en todos los sentidos. Son necesarias. Son buenas para nuestros hijos. Para el futuro de la humanidad. Para la igualdad.
Un camino complicado
Es evidente que cada vez la introducción de personajes femeninos fuertes, que lideran, se hace mejor, con más tino, y conforme consumimos las nuevas series y películas cada vez nos chirrían menos, que es de lo que se trata. Lo que cambiará nuestros puntos de vista y nos acabará por igualar de una vez por todas.
En la última película de Toy Story, la cuarta de la entrega, hay personajes femeninos fuertes y con tantas capas o más que los masculinos, cosa que quizá ni nos habíamos percatado de que no sucedía en las anteriores entregas.
¿Era necesaria una cuarta película de Toy Story? Por supuesto que sí.
Y hacen falta otras tres o cuatro más (o cien) siguiendo este nuevo camino porque venimos de una época oscura y estamos creciendo a una velocidad vertiginosa. Pero aún falta muchísimo por hacer.
Superheroínas de Marvel y DC
Hablemos ahora de superheroínas. Aunque en el cómic las hay desde hace muchísimo tiempo, en el cine y la televisión siempre han predominado los superhéroes masculinos.
Desde que Marvel empezara con Iron Man su gran universo cinematográfico muchas cosas han cambiado. Parecía imposible que DC se les adelantara puesto que Marvel había cogido una delantera de más de veinte películas frente a las tres o cuatro del nuevo universo de DC. Y aun así fue DC y su Wonder Woman quien abrió definitivamente la puerta a las superheroínas. Marvel la siguió con su capitana. ¿Os habéis parado a pensar de cuando son estas películas? ¿No es increíble que hayamos tenido que esperar a 2017 para empezar a ver personajes femeninos fuertes en el cine de superhéroes?
De dónde veníamos
Siendo justos sí que hubo en los años ochenta una película de superhéroes con protagonista femenina, Supergirl. Hay una serie de televisión actual del personaje, también. En Arrow tenemos personajes femeninos fuertes (sigo sin entender el odio enfermizo que suscita el personaje de Felicity). En V, la serie de TV de los lagartos venidos del espacio, había mujeres de armas tomar en ambos bandos. Ha habido intentos por ajustar e igualar los géneros pero ahora es cuando estamos igualando de verdad, cuando estamos creando un futuro televisivo y cinematográfico mejor para nuestros hijos, que son los que se van a beneficiar de ello.
Hacia donde nos dirigimos
Lo bueno es que hemos acabado con una época de oscuridad, que ahora empieza la igualdad de verdad y que dentro de unos pocos, realmente pocos años, estaremos preparados para afrontar una nueva era de igualdad total y sin ambages. Y no cabe duda de que el cine, la televisión y las plataformas de streaming tienen un peso extraordinario para conseguirlo.
